El talibán australiano David Hicks, el mulá afgano Abdul Salam Zaeef, el norteamericano convertido al islam John Walker Lindh y el libio Ali Abdul-Hamid al Fakhiri han revelado a gente como Begg su estancia en los bajos de barcos de la Armada norteamericana convertidos en prisiones flotantes. Allí los prisioneros eran maltratados y golpeados con la culata de los rifles. Les tomaron fotografías y fueron interrogados por psiquiatras y psicólogos, tipos de distintas nacionalidades que, después de las sesiones de tortura, aparecían con sus batas blancas de aspecto inofensivo y lanzaban mensajes tan naturales y desconcertantes como éste: "Tranquilo, chico, cuéntame tus sueños".
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FORO DE DEBATE:
20.7.08
La CIA crea cárceles y centros de tortura peores que Guantánamo, en forma de barcos, para tener impunidad total.
Entre marzo y julio de 2004, el Military Sealift Command (MSC), que depende del Ministerio de Defensa de EE UU, dirigido por Brewer desde agosto de 2001 hasta su retiro en 2006, modificó el USNS Stockham para dotarlo con capacidades adicionales de apoyo a la lucha global contra el terrorismo que incluían un módulo médico, nuevas comunicaciones, pistas de aterrizaje y otras consideradas secretas. La inversión fue de tres millones de dólares. En realidad, éste y otros barcos anfibios de la Armada de Estados Unidos se adaptaban para una nueva y "buena" misión de la que sus comandantes no pueden hablar: un limbo en el mar, un Guantánamo separado de la tierra donde se esfuma cualquier responsabilidad. José Ricardo de Prada, ex juez internacional en la Sala de Crímenes de Guerra de la Corte de Bosnia-Herzegovina, lo explica: "En una cárcel así no hay referencia ni anclaje territorial. La patente de corso es total. Nadie se hace responsable".
El talibán australiano David Hicks, el mulá afgano Abdul Salam Zaeef, el norteamericano convertido al islam John Walker Lindh y el libio Ali Abdul-Hamid al Fakhiri han revelado a gente como Begg su estancia en los bajos de barcos de la Armada norteamericana convertidos en prisiones flotantes. Allí los prisioneros eran maltratados y golpeados con la culata de los rifles. Les tomaron fotografías y fueron interrogados por psiquiatras y psicólogos, tipos de distintas nacionalidades que, después de las sesiones de tortura, aparecían con sus batas blancas de aspecto inofensivo y lanzaban mensajes tan naturales y desconcertantes como éste: "Tranquilo, chico, cuéntame tus sueños".
El talibán australiano David Hicks, el mulá afgano Abdul Salam Zaeef, el norteamericano convertido al islam John Walker Lindh y el libio Ali Abdul-Hamid al Fakhiri han revelado a gente como Begg su estancia en los bajos de barcos de la Armada norteamericana convertidos en prisiones flotantes. Allí los prisioneros eran maltratados y golpeados con la culata de los rifles. Les tomaron fotografías y fueron interrogados por psiquiatras y psicólogos, tipos de distintas nacionalidades que, después de las sesiones de tortura, aparecían con sus batas blancas de aspecto inofensivo y lanzaban mensajes tan naturales y desconcertantes como éste: "Tranquilo, chico, cuéntame tus sueños".
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