Llega el verano, y España explota en fiestas, patrocinio y vírgenes de devoción. Charangas y litros de alcohol. Y todo, vertebrado con el uso de animales como fuente de diversión y atracción turística. Animales usados en variopintos espectáculos. Seres, toros y becerros, a los que se les llena las astas de fuego, se les cubre el cuerpo de dardos, se los lancea hasta la muerte o se los tira al agua.
Si bien es cierto que los eventos con animales domésticos (gansos, cabras, gallos, carneros...) están siendo erradicados por las leyes de protección animal autonómicas, el toro sigue siendo el gran damnificado por la excepción histórica de la Fiesta Nacional. Unos 60.000 bovinos sufren nuestra diversión al año, según la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (ANPBA). Los festejos populares que incluyen algún toro en su cartel crecen en agosto y septiembre, según el Ministerio del Interior. En 2007, se contabilizaron hasta 4.111.
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