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9.4.08

Testimonio del hermano de José Couso.

No reconozco este Bagdad al que llego por tercera vez. Frente al intento por parte de Bush y Aznar de convencernos de las bondades de esta invasión, la situación es peor que cuando visité Irak en los años 2004 y 2005.

Mientras escribo estas palabras desde el mismo Hotel Palestina, los disparos y el ruido de morteros me acompañan como una música perenne. Ahora mismo se combate en la ciudad y es imposible, por el alto peligro que corremos los occidentales, poder siquiera pisar la calle que queda a unos pocos metros del recinto amurallado de este hotel.

Me he emocionado vivamente con el calor transmitido por los trabajadores del Palestina. Desde el momento de mi llegada no han dejado de recordar a José, hablando maravillas de su sonrisa y de la injusticia de su asesinato. Han conseguido unas velas, nos han ayudado a pegar carteles anunciando el homenaje e incluso nos han facilitado un ramo de flores.

Son gente normal, que sufren día a día con este caos macabro en el que han convertido su país y que se desviven de cara al recordatorio que vamos a realizar. No encuentro ni una sola declaración de apoyo a los estadounidenses, todo son palabras gruesas y descripción de calamidades continúas.

A las doce y media nos situamos en la recepción de este hotel desmedido y faraónico, donde hemos montado un pequeño e improvisado lugar de homenaje alrededor del rótulo que anuncia la recepción del Hotel Palestina. Dos grandes carteles flanquean este espacio; uno con una foto de José y su sonrisa y otro, a la manera de los viejos reclamos de "Se busca" del oeste americano, con la imagen de los tres militares estadounidenses y la leyenda: "Asesinos de periodistas buscados por la Justicia Internacional".

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