George W. Bush ha defendido la invasión de Irak con el argumento de que la resistencia contra los ocupantes también supone un peligro para la seguridad de Estados Unidos, por lo que su Ejército debe continuar la guerra.
En un discurso en horario de máxima audiencia, Bush ha rubricado la propuesta presentada esta semana por el general David Petraeus, el jefe de las fuerzas estadounidenses en Irak, que prevé la salida de 21.500 soldados hasta julio de 2008.
Eso dejaría los efectivos en el mismo nivel que en enero de 2007, antes de que Bush ordenara el envío de batallones adicionales a Bagdad y a la provincia suní de Al Anbar.
El primer repliegue que ha anunciado se producirá para Navidades, con la retirada de 5.700 efectivos. Además, cuatro brigadas -lo que supone al menos 21.500 soldados- lo harían en julio de 2008. Una vez que concluya la retirada parcial, más de 130.000 militares seguirán en Irak.
Según el mandatario norteamericano, el principio en que se basará para determinar el nivel de tropas que deben estar en Irak es "regresar según el éxito". En su discurso, ha asegurado que la implicación de EEUU en Irak se extenderá más allá de su mandato y requerirá apoyo militar, financiero y político de Washington.
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