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2.2.08

Los antitaurinos consiguen la restricción a la entrada de menores a distintas plazas, son la primera victoria.

En España mueren asesinadas más de 11.000 reses bravas todos los años en el albero. Arte centenario para unos, sangría gratuita para otros. La tauromaquia genera posturas irreconciliables. En los últimos años las voces que piden su supresión se hacen oír con más fuerza que nunca. A los ecologistas se les han unido algunos partidos nacionalistas. Su activismo coincide, sin embargo, con un momento dulce para los taurinos. Tras una larga travesía por el desierto, una nueva generación de toreros ha devuelto la ilusión a los aficionados y ha atraído la atención de los medios de comunicación. El último pulso entre ambos bandos tiene su campo de batalla en la protección de la infancia. ¿Es lógico que los niños puedan asistir a un espectáculo donde la muerte está presente? ¿Hay estudios científicos que avalen su alejamiento de las plazas?

El Gobierno francés, a propuesta de las asociaciones protectoras de animales, ha anunciado que estudiará prohibir el acceso a los menores de 16 años a las corridas de toros. La propuesta que ahora se estudia en Francia está vigente desde hace varios años en Cataluña. En esta comunidad los menores de 14 años no pueden ir a los cosos ni acompañados.

El anuncio del Ejecutivo francés ha sido acogido por las organizaciones contrarias a los toros como el primer paso para su prohibición. "Los padres tienen derecho a educar a sus hijos. El problema es que los menores no tienen capacidad para decidir si quieren asistir a un espectáculo donde se contempla la agonía de un animal. Esta actividad no es un síntoma de civilización sino de barbarie", argumenta Nicolas Biscaye, portavoz de la Société Protectrice des Animaux.

Las organizaciones contrarias a la fiesta de los toros opinan que prohibir la entrada de menores será insuficiente si no está acompañada de otras medidas como la erradicación de las corridas televisadas en horario infantil. "¿Cómo va a ser bueno para un niño asistir a un evento que supone el máximo ejemplo del maltrato animal, donde además la gente disfruta con ese daño y pide más sangre?", se pregunta Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acción.

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