Nuevo diseño, para ahorrar energía.

1.8.07

Alta Voracidad en Barcelona

Sin duda alguna la infamia de nuestra época es la creencia en el progreso, la idea de que el mundo es cada vez mejor y de que la sociedad se aleja cada vez más de la pobreza, del despotismo y de la ignorancia, aproximándose en igual medida a la abundancia, la libertad y la lucidez.
Todo lo dicho lo viene a confirmar de modo particular el asunto de la Alta Velocidad, que en boca de un experto, “marcará un antes y un después”, tal como lo marcaron los coches, los plásticos, los pesticidas, la energía nuclear y la ingeniería genética. Un antes y un después en la artificialización de nuestras vidas y en el emponzoñamiento del ambiente, en el naufragio de las ciudades y en la destrucción del territorio. Y más concretamente, un antes y un después en la movilidad frenética y neurótica, ya que en una economía terciaria, “logística”, la circulación domina sobre la producción y es la principal mercancía; significa que el espacio ha de prestarse enteramente a la circulación de mercancías, energía y elites.

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